Hace unos 20 años, una amiga se hizo la colorimetría de la piel. Me explicó en qué consistía e incluso me mostró la paleta de colores que le habían indicado usar. Pero me pareció tan infinita, que prácticamente podía vestirse del color que ella quisiera, así que no le vi el sentido de hacérmela.
No sé si en ese entonces no logré entender bien el concepto o no estaba abierta a la idea de invertirle tiempo y dinero a mi imagen personal, pero ahora, el paso de los años me ha pasado factura, y la cruda realidad es que a mi edad, necesito toda la ayuda que exista, ¡jajaja!
Por esto, hace poco decidí darle una oportunidad aprovechando que una amiga, a la que le encanta todo lo relacionado con moda y belleza, me había obsequiado una consulta de colorimetría personalizada, la que confieso terminó siendo mucho más interesante y pedagógica de lo que esperaba.
Y es que de hecho, no solo vivimos rodeados de color, sino que somos color, pero es tan obvia su presencia, que por lo general, nunca indagamos sobre su gigantesco abanico de gamas y tonalidades. Solo algunos grandes nombres de la historia se tomaron el trabajo de hacerlo.
En busca de sus orígenes
El filósofo griego Aristóteles enunció que, de la combinación de cuatro colores básicos que venían de la tierra, el fuego, el agua y el cielo, se formaba una extensa gama. Además, resaltó la importancia del efecto de la luz sobre ellos.
Da Vinci, por su parte, realizó grandes investigaciones con respecto a la teoría del color y armó, por así decirlo, su propia paleta compuesta por el blanco, que permite recibir el resto de los colores; el amarillo, al que asoció con la tierra; el azul con el cielo; el verde con el agua; el rojo que destinó al fuego y finalmente, el negro a la oscuridad.
Siglos después, el científico británico Isaac Newton, estableció el principio de que la luz es color cuando descubrió, que al pasar la luz del sol a través de un prisma, se dividía en azul violáceo, azul celeste, verde, amarillo, rojo anaranjado y rojo púrpura.
Pero volvamos al principio. Como bien lo dice su nombre, la colorimetría de la piel se basa en nuestro color de piel, ojos, cejas y pelo, para determinar qué colores debemos usar en nuestra ropa, accesorios, maquillaje y hasta tinte de pelo, con el fin de potenciar las fortalezas de nuestra imagen personal y minimizar lo que nos desfavorece.
Así que contacté a la estilista Olga Malek para coordinar la cita, quien me pidió mi edad, estatura y colores predilectos, además de un par de fotografías mías y de algunas de las prendas que más utilizo, con el fin de tener una idea de mi apariencia y estilo antes de nuestro encuentro. Cinco días después la recibí en casa con la cara lavada, el pelo recogido, una t-shirt azul manga sisa, cargos caqui y sandalias color nude.
Colorimetría 101
Lo primero que hizo por medio de una presentación, fue explicarme cuáles eran consideradas las paletas de colores cálidos y fríos y cómo estas se dividían en cuatro subgrupos representados por las estaciones del año. Desafiando mi lógica, aprendí que los colores cálidos no pertenecen al verano, sino a la primavera y al otoño y que los colores fríos, al verano e invierno.
Mientras me mostraba todo tipo de gamas, tonalidades y colores primarios y secundarios, Olga me iba analizando para determinar a cuál estación pertenecía y si era del grupo cálido o frío. Sin embargo, noté que le estaba costando definirme, porque pese a que soy trigueña, ella consideraba que tenía la apariencia de una persona de tez blanca. Su única certeza era que no encajaba con la estación de invierno, por lo que la descartó de entrada.
Luego, pensó que podía ser primavera u otoño, pero continuaba con la incógnita en la cabeza, así que optó por pedirme que le mostrara el color de las venas de mi antebrazo, sin éxito alguno.
A continuación, me sentó frente a un espejo de aumento bien iluminado en un espacio bañado de luz natural y prosiguió a cubrirme el pecho y hombros de forma perpendicular con un lamé dorado y después con uno plateado, con el fin de encontrar cuál de ellos favorecía mi rostro.
Repitió este paso varias veces con gran concentración, mientras yo me preguntaba en dónde radicaba la diferencia. No veía cambio alguno, pero al mirarme con más detenimiento, descubrí que con el lamé dorado, mi piel lucía apagada; las pequeñas manchas que tengo, se habían acentuado; mis líneas de expresión se habían convertido en arrugas y lo más aterrador: me había sacado unas ojeras que ni siquiera sabía que existían.
Sin embargo, con el lamé plateado, mi rostro se veía despercudido, parejo, los poros parecían haberse cerrado aún más y mis ojos habían ganado una chispa de brillo. En resumidas cuentas, me veía rejuvenecida.
Olga continuó quitándome un lamé y poniéndome el otro hasta que sacudió su cabeza en señal de desaprobación al verme con el dorado.
Fue ahí cuando finalmente afirmó: «Tus colores son los fríos y eres verano. Mira cómo te limpia el rostro el plateado y como te opaca la piel, el dorado». Así lo ratificó en el reporte que me envió días más tarde: «Después del análisis por fotografía y luego con las telas, la conclusión es que perteneces a la «colorimetría fría» y al grupo específico, «verano» “.
Ahora era yo la que había quedado con la incógnita en la cabeza al haber pensado erróneamente, que como soy 100% latina, iba a formar parte de la colorimetría cálida. En ese momento me di cuenta del poder que tiene el color en nuestra imagen personal y que por más lindo que nos parezca el color de una prenda de vestir o el de un par de accesorios, no necesariamente significa que nos haga ver bien.
¿Pero, cómo saber si somos de colorimetría cálida o fría? Aquí les presento una pequeña guía:
-Aquellas personas que adquieren fácilmente un bronceado café, con color de venas verdes, pelo rubio dorado, castaño claro o rojizo y que tengan ojos verdes, azules o marrón claro, clasifican en el grupo cálido.
-Aquellos cuyo bronceado es más lento y rojizo, con venas azules, pelo rubio plata, castaño oscuro o negro y ojos marrones, azul oscuro o verdes, forman parte del bando frío.
Grabarse estos rasgos distintivos puede ser bastante tedioso y desafortunadamente la pita se enreda aún más, ya que la colorimetría cálida, se divide en los subgrupos de primavera y otoño y la fría, en invierno y verano. Cada una de las cuatro estaciones del año define un perfil específico con sus propias características a tener en cuenta:
-Primavera: aquellas personas de apariencia delicada, piel blanca o dorada y con pelo rubio, cejas, pestañas y ojos claros. Este perfil debe lucir colores dorados y pasteles y evitar una paleta muy oscura como el negro, gris o beige.
-Otoño: las pieles amarillentas o bronceadas, con pelo cobrizo o chocolate y de ojos café o miel, pertenecen a esta estación y deben apostarle a los colores tierra y dorados, pero huir del blanco, negro y los pasteles.
-Invierno: se definen a los de pelo negro, café oscuro o rubio plateado, ojos café oscuro, negros o azules que tienen la piel blanca o morena. Este equipo debe abrazar los plateados y colores intensos como los negros, rojos, azules y definitivamente evitar los dorados, beiges, amarillos y colores tierra.
-Verano: esta estación del año está destinada a las personas de pelo rubio, castaño claro y ceniza, con ojos azul claro o grisáceo y de piel muy blanca, pálida o rosada. Según la colorimetría, a este grupo le lucen los plateados y pasteles, pero no le favorecen en absoluto los naranjas, ni los tonos tierra.
Inspiraciones a seguir
Tanta información me dejó desubicada, por lo que la Olga se dio a la tarea de enviarme algunas imágenes de celebridades con mi misma denominación para que pudiera entender mejor por qué mis características físicas me definen como una persona de colorimetría fría y del grupo verano. ¡Y vaya sorpresa la que me llevé cuando vi a todas esas beldades tan diferentes a mí, con piel mucho más blanca que la mía y de ojos verdes! Yo, en cambio, soy de ojos café oscuro.
Guardarropa en armonía
Terminado mi análisis, llegó la parte más esperada, donde se seleccionó cautelosamente la gama de colores que de ahora en adelante debía dominar mi guardarropa. Observé con atención mientras iba señalándome qué prendas podía conservar y cuáles debía desechar.
Para mi asombro, muchas de mis piezas de vestir pasaron la prueba, así que me reconfortó saber que no estaba tan perdida como pensaba. Solo unas cuantas fueron vetadas, como una chaqueta con estampado de leopardo, un conjunto de arabescos y una camisa de flores.
Entre los colores más llamativos que me recomendó utilizar, están el morado, magenta y cereza. Adicionalmente, Olga priorizó el azul, color que me encanta, y a mantener en mi armario diferentes gamas de pasteles y grises, al igual que el amarillo ice (hielo). En el caso de querer lucir una prenda de cuero, debo escogerla en negro, gris, blanco o colores fríos.
El rosa, apuesta segura
Pero esta lección de estética estaba lejos de culminar. Para realzar los puntos positivos de mi rostro y minimizar los negativos, me exhortó a llevar las cejas y ojos «muy definidos y destacados», recomendándome la gama rosa como apuesta segura para mis sombras, pintalabios y blush, que por fortuna, siempre he usado en mi rutina de maquillaje. Asimismo, me celebró el color rubio ceniza que llevaban los rayos de mi pelo.
En cuanto a la joyería, me pidió evitar los artículos de carey, sugiriéndome joyas de oro blanco, plata o gold rose, así como accesorios dentro de la gama del negro, gris o plateado, goles que he venido anotando desde joven, ya que siempre han sido de mi preferencia.
Tiempo a tu imagen personal
Contra todos los pronósticos, fue una mañana amena y distendida que no solo disfruté, sino a la que también le saqué mucho provecho. Y es que nunca está de más dedicar un poco de tiempo para consentirnos. Sobre todo, si de una ayudadita a nuestra imagen y cuidado personal se refiere.
Si te animas a realizarte una colorimetría personalizada, asesoría en morfología o visagismo, puedes contactar a Olga en la siguiente información:
OLGA MALEK STYLING
Celular: +507 6678-9565
Email: olgamalek@gmail.com
IG: @olgamalekc
¡Me dejó con ganas de saber cuál es mi paleta de colores! Muy interesante. Me encantó el artículo, Vane❤️
¡Muchas gracias Iva! Sí, aunque uno crea que no marca una diferencia, sí lo hace.
Muy interesante artículo con clara información. Casi no se tiene en cuenta ese aspecto dentro del ropero.